SOBRE SEPE


La Carta de Modesto POLANCO a Eduardo ACEVEDO DIAZ

Con notas de Rodolfo MARTINEZ BARBOSA

El Coronel Modesto Polanco, Jefe Político y de Policía de Cerro Largo en dos períodos ( 1863/64 y 1875 ); también Jefe Político de Canelones (1875);fundador del Pueblo Olimar - hoy Santa Clara de Olimar, publicó en LA EPOCA una memorable carta dirigida a Eduardo Acevedo Díaz, en respuesta a un articulo publicado por éste el 19 de ese mes. Opinan varios investigadores que esta carta le sirvió de base al destinatario para mencionar ciertas actitudes y costumbres Charrúas en la trilogía compuesta por "Ismael", "Nativa" y la "Boca del Tigre".

Entendemos que esta carta puede significar un aporte, a pesar de algunos prejuicios evidentes que se desprenden de su redacción:

"Señor don Eduardo Acevedo Díaz."

"Distinguido amigo:"

"En  LA EPOCA fecha 19 del presente mes [ de agosto de 1890  ] he visto la relación que Ud. hace con minuciosos detalles de las dos últimas batidas que se llevaron a la tribu Charrúa y en que esos indígenas aparecen, a la vez que valientes, cual horda feroz y repugnante."

"Sus informantes han adulterado los hechos de tal manera que, al leer esos episodios con el gusto creciente que inspira todo lo que sale de su pluma, me vino el recuerdo de un artículo de sensación que produjo la imaginación fecunda del ilustrado don Domingo Lamas, describiendo y colocando en las ignotas regiones del Chaco, la flora más rica y exhuberante que había visto en una de las zonas privilegiadas del Brasil."

"Aunque aquí, la oración se volvió por pasiva, y no hubo cargo, ni salvajismo horripilante que le faltase a la decoración."

"Yo, que siempre había sentido cierto orgullo nacional al recuerdo de esa tribu, cuyos restos al mando del cacique Sepé, con sus respectivas familias conocí, y que tenían tan notables rasgos físicos e intelectuales de superioridad sobre las varias que he visto de la República Argentina y del Brasil ( que son más o menos las retratadas en estos episodios ), creo cumplir con decirle, compatriota, cómo la leyenda y la tradición forman parte de la historia, hagámosle justicia póstuma, siquiera sea por espíritu de nacionalismo."

"Mucho más, cuando los puntos de esa pluma que viene ya de ilustrado abuelo, graban en la memoria del que lo lee - con caracteres indelebles - las imágenes que Ud. ha querido trasmitir, del mismo modo que con la elocuente palabra y de gentil manera electrizó al auditorio en la populosa reunión del 4 de mayo  ppdo. cuando, al felicitarlo como correligionario, le dije muy quedo: orador de barricada."

"En tal concepto, creo que Ud., en posesión de los datos que paso a exponer, ha de estar de acuerdo conmigo, aunque en la relación de ellos falte al chic y los interesantes rasgos que señalan a los hombres de talento y de ilustración de que yo carezco."

"Me fundo en lo siguiente:"

"Largo tiempo hacía ya, en el año 1857 [sic], que mi amigo don José Paz Nadal mantenía en su gran establecimiento de campo - situado a ocho leguas al sur de la Villa de Tacuarembó - al cacique Sepé de su tribu, cuando lo conocí, con motivo de frecuentes visitas que hacía a dicho amigo."

"A un quilómetro de las poblaciones del establecimiento, estaba esa toldería en perfecto estado primitivo, con sus ranchitos de rama arqueada como toldo de carreta, la correspondiente zanjita alrededor, hecha a cuchillo, para que corriera el agua, y su lecho de hojas o pajas que renovaban cuando estaban húmedas."

"Componíase su ajuar de ropa, de dos metros de bayeta o de otra cualquiera tela burda, envuelta en la cintura en forma de pollerón, que le llegaba a medio muslo a los hombres, y bajaba un poco más en las mujeres."

"No  precisaban, tampoco, de otro abrigo; y, aunque se lo ofrecíamos, no lo querían, porque estaban muy  connaturalizados con los elementos, de tal manera, que el hecho siguiente bastará para convencer a un Pirrónico:" [*]

[*] NOTA: PIRRONICO: Escéptico.

"Después de una de esas tardes en que habíamos estado jaraneando a Sepé hasta hacerle enojar, cuya ira calmábamos más tarde con caña, nos separamos creyendo que hubiera ido a su campamento, pues la nevada nos obligaba a apelar a las brasas y a todo abrigo, para poder pasar una de esas noches más frías de nuestra campaña, en la que la helada convierte los charcos de agua en nieve endurecida."

"Nadal que era madrugador por hábito, venía temprano a despertarme con mate y propinarme una arenga muy lógica y llena de higiene, respecto a los que disfrutan de esas embalsamadas brisas de la mañana; yo, que siempre he sido el polo opuesto, le aceptaba el mate, y contestaba a su discurso dejándome estar en cama hasta las diez."

"Pero esa mañana me llamaba para ver un fenómeno que  yo no estaba dispuesto a observar - y, antes que lo explicara, ya le dije: - lo que es hoy, ni a cañón me levanto antes de las once. - Es que se trata de asomarse a la puerta, nada más - me  dijo - para ver a Sepé hecho un Patriarca."

"Efectivamente; dentro del guarda-patio, con la lluvia y el tránsito de los caballos, se había hecho un lodazal, en medio de él dormía y roncaba Sepé tranquilamente."

"¡ Qué organismo !"

"¡ Qué musculatura !"

"¡ Qué cuero, - exclamé !"

"Su cuerpo había modelado cierto pozo; la evaporación era como humo que salía del cuerpo de él y del barro que tenía en contacto; ni más ni menos que un cerdo."

"Las monturas que tenían, eran los lomos de sus bien adiestrados pingos."

"Sus armas de combate: la lanza lisa, muy poco más larga que la de ordenanza, las boleadoras de dos piedras con cintura y la honda."

"No conocían el manejo de la flecha, ni la habían usado nunca; ésta es el arma predilecta de algunas tribus selváticas del Brasil."[*]

[*] NOTA: Polanco aquí se equivoca feo. Dice esto porque seguramente en el grupo de Sepé no quedarían flecheros. Como lo hemos visto en el episodio de la "estancia de Bonifacio" y en Yacaré-Cururú, el ser flechero era una especialización que, como tal, desarrollaban unos pocos, pero la flecha era tan  bien  conocida como manejada por algunos charrúas. Por demás sobran las referencias etnohistóricas sobre flecheros charrúas.

"El avestruz y el venado, aunque les servían a veces para probar la carrera de sus caballos y la certeza de sus boleadoras,  jamás usaban su carne como alimento, ni tampoco la del animal yeguarizo, manteniéndose, tan sólo, con la carne de vaca."

"Esa es la razón porque apestaban los salvajes de la Pampa Argentina."

"Careciendo de alimentos en sus eriales desiertos, se mantenían de carne de yegua, avestruz, venado y cuantos animalillos caían en sus manos, por diminutos y asquerosos que fueran."

"Por eso, infestaban la atmósfera, y el aire pestilente anunciaba sus malones, como sucede con la presencia del venado, pero no se encontraban en ese caso los Charrúas, que cuando más se remontasen a la época de su apogeo, más exquisita y suculenta era la carne de vaca de sus vírgenes praderas cuajadas de ganado."

"La trailla de perros que les acompañaba, daba cuenta del resto de su festín, teniendo la condición de ser grandes nadadores, porque se bañaban con frecuencia."

"Por eso se comprende que, sino pecaban de muy limpios, siempre serían algo más que esos bohemios que pululan por nuestras calles y tienen su asiento en la de Patagones."

"Hieden  también los salvajes de ciertas zonas del Brasil, en razón de que ellos mismos se untan grasas y aceites  pestilentes para librarse de las picaduras de insectos y reptiles venenosos."

"Tampoco conocían el Gualiche, que es la brujería por la cual se produce la desgracia y la muerte de alguno, o de todos los de una tribu, hechicerías y maleficios, que tantas víctimas hizo en la vieja Europa."

"La razón de esta superstición en casi todos los salvajes del mundo, se funda en que no admiten la muerte natural."

"No conociendo los goces de la vida civilizada, están, en cambio, libres de sus vicios y enfermedades."

"Y esa longevidad, y perfecto estado de todas sus facultades, está probada sin que haya que remontarse a épocas muy lejanas."

"El  capitán Cook y sus navegantes ( año 1788 ), dicen: "que todas las veces que visitaron a Nueva Zelandia, entre los viejos y jóvenes, hombres y mujeres que los cercaban, no observaron una sola persona que, al parecer, padeciese de enfermedad corporal, ni en los que estaban en cueros se percibía la más mínima erupción cutánea, ni señal de haber existido. En los hombres de más de cien años, [ la edad ] se manifestaba por la falta de dientes y de pelo, pero nunca se vio un decrépito."

"Así, pues, se ven tribus que condenan a la hoguera a la mujer o al marido que queda viudo, considerándolo factor del mal, a cuyo sacrificio va resignada la víctima, y durante su consumación todos los demás corren furiosamente hasta cierta distancia, espantando el Gualiche."

"Pero los Charrúas, ni ésta ni ninguna otra superstición tenían; aunque odiaban a los brasileros [sic] porque creían que de ellos les venía la viruela, enfermedad que no conocían medio de combatirla,  y que consideraban epidémica y contagiosa, al extremo de aislar por 24 horas al atacado, que si no moría, ya creían que no podía comunicar la enfermedad."

"Con tal objeto, aseguraban en tierra, o atado a un árbol, al paciente, poniéndole a su alcance bastante agua y leche, y no volvían hasta el otro día a la misma hora, en que lo sacaban si estaba vivo."

"Eran los Charrúas altos y delgados, de seis pies más o menos; [*] de formas poco pronunciadas, pero de un delineamiento y contornos perfectos; bien desarrolladas las cavidades de los principales órganos."

[*] NOTA: Es exagerado. Seis pies equivaldrían a 1.83 metros, lo que es desmentido por otras mediciones realizadas en forma más rigurosa. La estatura promedio de los charrúas era de 1.64-67 metros. La medición efectuada por Solla-Soiza-Peirano sobre el esqueleto del cacique Vaimaca Perú establece la altura de éste en 1, 62 mtrs. ("Revisión de un estudio radiográfico sobre el esqueleto de Vaimaca Pirú", citado en Anales del VII Encuentro Nacional y V Regional de Historia, Montevideo, 1990)

"La cabeza, aunque un poco pequeña, era bien conformada y rectamente puesta."

"Si en ninguno de ellos avanzaba el cerebro en su proporción anterior, tampoco era deprimido; todos de frente recta y ángulo facial bastante abierto, como cualquier europeo."

"Su rostro era ovalado, sus ojos pequeños y cejas bien delineadas; la nariz un poco aguileña, la boca chica con el labio inferior un tanto inclinado [ hacia ] afuera ( muestra de orgullo y desdén por todo lo que no era su persona )."

"Eran  sus mujeres de talles esbeltos y flexibles, y bonitas bocas, con parejas y preciosas dentaduras de esmalte blanco. No eran ajenas tampoco a cierta coquetería o deseo de parecer bien; su manera de expresarlo, era montando de un salto uno de sus briosos caballos de buena rienda, y haciendo vertiginosos  equilibrios a todo escape."

"No había un solo Charrúa, que tuviera el rostro, ni parte alguna del cuerpo, con pintarrajos ni cicatrices." [*]

[*] NOTA:  Esta referencia indicaría que cuando Polanco entró en contacto con el grupo de Sepé, ya se habían abandonado definitivamente sus características prácticas funerarias ( amputación de falanges, incisiones en brazo y antebrazo, etc., lo que a su vez indica que se encontraban ya en un avanzado proceso de deculturación. Pero según otras referencias, el propio Sepé presentaba numerosas marcas en sus brazos y en el resto del cuerpo, no sólo como efecto de su accionar guerrero. )

"No tenían inclinación al robo, y esto lo probaron en los años que sentaron sus reales en el campo de Nadal, sin que hubieran cometido ni uno solo de esos actos en su establecimiento ni en el de ningún vecino."

"Tampoco tenían el hábito, como en la generalidad de las tribus salvajes, de ostentar como trofeos de guerra parte de la piel, con cabellera o sin ella, de sus vencidos." [*]

[*] NOTA: La "descapelización" que practicaron varios grupos indígenas americanos no era una costumbre sino una réplica. El colono en algunos casos pagaba a quien matara indios, los que debían llevar su cabellera como prueba, razón por la cual los indígenas obraron imitando la costumbre de "los blancos". Karl Marx, en la pag. 942 de "El Capital", escribe: "En el año 1703, los virtuosos puritanos que invadieron América, fijaron un premio de 40 libras por cada cuero cabelludo de indio, así como por cada piel roja capturado.  En 1720, el premio aumentó a 100 libras, mientras por cueros [ cabelludos ] de mujer y de niños indios "sólo" se pagaba 50 libras."

"Y a fé, que con el empuje de su tremenda lanza, con su valor sin límites, ¡ muchos cadáveres debieron caer a sus pies !"

"Porque el valor, y la agilidad, de esos indígenas, era superior al del jaguar que se criaba en sus montes. Era ese valor innato que le hacía preguntar a Franklin a los diez y siete años, ¿ qué cosa es miedo ?."

"Pero jamás mancharon sus manos en sangre de inocentes niños, ni violaron mujeres."

"Entre ellos no había bígamos. Y no hay que extrañar la frase, porque todos a su manera tienen sus ritos; y hasta era motivo de festejos, cuando la naturaleza de una joven, la declaraba en estado de casadera, sin cuyo requisito no podía tomar marido."

"Lo que más nos llamaba la atención y ensayábamos, entre los amigos que nos reuníamos allí, Leopoldo Bonavita, [ Tristán ] Azambuya  y  otros, era el grito de guerra y el manejo de la honda."

"Ese  alarido, que atronaba los aires y que no es fácil de explicar, pero que parecía que empezaba como el bramido de un tigre, que seguía el mugido de un toro, y concluía como el toque de atención de un clarín de guerra ¡ Yo no sé ! - recuerdo que los caballos erizaban las crines y relinchaban al sentirlo."

"Cada vez que intentábamos imitarlo, se reían a carcajadas los indios."

"Lo mismo sucedía con la honda."

"Esta se componía de una soga, en vez de las dos que conocemos todos; en uno de los extremos estaba sujeto un tejido de cinco cascos, abiertos en forma de naranja y sólo unidos por los polos; entre esas aberturas se colocaba la piedra que se arrojaba junto con la honda, - que, tirada por ellos - la piedra daba en el blanco y la honda caía a dos o tres pasos, y, tirada por nosotros, seguían juntas  honda y piedra toda la proyección: ahí estaba el busilis."[*]

[*] NOTA:  BUSILIS: Dice el Diccionario de la Real Academia: Punto en que estriba la dificultad del asunto que se trata: dar en el busilis.

"Tanto me llamaban la atención estos salvajes por sus condiciones físicas, intelectuales y aún morales que me dedicaba muchas  ves, con curiosidad, al examen de sus cabezas, introduciendo mis dedos por la enmarañada melena, por ver si correspondían al sistema frenológico del Gall y Spurzhein, las pequeñas protuberancias y abolladuras; y parecíame, efectivamente, que notaba esa diferencia entre el hombre civilizado y el salvaje, que sus necesidades y su instinto le han hecho desarrollar ciertos órganos antagónicos, para que no estaban dispuestos."

" ¿ Quién se ha visto libre de esta tentación alguna vez y ha dejado de ponerla en práctica, ya sea por la semejanza de los hombres con los animales - como dice Levater; ¿ ya porque su poca o mucha inteligencia nos llama la atención ?"

"El caso es que, si la teoría no es exacta, tiene mucho en su favor."

"Dando, pues, por sentado, que las facultades intelectuales y morales radican en la parte anterior y superior de la cabeza, y las  animales que hacen al individuo propio para vivir, en la posterior y laterales; y lo que es cierto, también, que el cerebro es un órgano múltiple, que un golpe u otras  causas suprime  una de esas facultades sin alterar las otras, como la memoria de nombres, fechas, etc., y que el grado de potencia de cualquier órgano está en relación de su mayor o menor desarrollo, atendiendo también a los otros que pueden ser sus auxiliares, lo mismo que a sus antagonistas, siempre sacaba estas consecuencias:"

"Que eran insignificantes en ellos aquellos órganos peculiares a los que abrazan con facilidad la virtud y el estudio, como los Confucio, Sócrates, Leibnitz. Y en el mismo caso, estaban los que tienen las facultades animales y humanas muy desarrolladas a la vez, y que, por la educación, tanto pueden ser unos grandes criminales  como  unos grandes sabios: los Alejandro, Napoleón, Mirabeau."

"Pero tampoco en aquellas que Gall coloca en la quinta clase, y constituye la generalidad de los hombres, tenían predominio el de la destrucción, que está situada en la región lateral de la cabeza, encima de la oreja, y de la secretividad que está sobre éste. Les sobraba la astucia, que es condición, y de la asociación de ésta con el de la secretividad, cuyo desarrollo les faltaba, como he dicho, es la tendencia al robo; y éstos, unidos al de la destrucción, que tampoco tenían desarrollo, es lo que produce el latro-asesino."

"No habían nacido, pues, para criminales."

NOTA: Demás está reiterar que la Frenología es considerada anacrónica.

"Únase a esto, lo que es proverbial: el amor que ellos tenían a sus hijos y sus mujeres, y lo que se encariñaban con las personas o animales que les prestaban algún servicio, para comprender, sin esfuerzo, con que facilidad se habría hecho de ellos hombres útiles para las faenas de campo y para el servicio de las armas."

"¿ Puede, acaso, compararse éstos nobles y valientes salvajes, tan dispuestos a lo moral y a lo mítico, con esas tribus del Brasil, bajas de estatura, de cara chata, cuello corto, anchos de espalda y frente deprimida ?"

"¿ Porqué, entonces, se les perseguía con feroz empeño ? ¿ Porqué se les exterminaba como a fieras, como a reptiles venenosos ?"

"¿ Porque vivían en su nativo suelo ? - sin  robar, ni aún comerciar con el Brasil, ni con nadie, no echando mano ni a un pañuelo que no fuera suyo; porque, si disponían de las reses para comer y del potro que montaban, era porque creían que lo habían heredado de sus padres; que la tierra había existido siempre así."

"Voltaire decía, que la patria del hombre era el mundo, y el mundo de ellos se encerraba en lo único que conocían, que era  su Patria. Lo que en la tierra tenía por límites, el Uruguay y el Plata, y cuando levantaban la cabeza al espacio azul como el de Venecia, que la cubre, y el estrellado y más bella constelación del firmamento." [sic]

"En esa época se adquirían grandes áreas de campo, con la facilidad con que hoy, los pinches de la prensa, hacen de cualquier nulidad de guante blanco, de cualquier gaucho felón, un partidario conspicuo, un ciudadano austero."

"Por dos o tres mil pesos, se compraba una docena de suertes de estancias o se adquirían, solicitándolas, como poblador."

"Todos los ganados alzados, baguales que se encontraban en ese campo, pertenecían al dueño de él, tuvieran o no marca."

"Pagaban también los propietarios para que les llevasen o sacasen las yeguadas, cuando no ellos mismos las mataban a bala."

"¿ Porqué se les hacía el botín de sus pequeños hijos y mujeres, sin más objeto que enviar de regalo ese par de esclavos a alguna familia y con menos recomendación que una pareja de caballos para carruaje ?"

"¿ Qué móvil humanitario, social o político guiaba a esos Gobiernos de entonces, para exterminar sin cuartel ese puñado de valientes orientales ?"

"¡ Esterilizar en esas incalificables jornadas, hombres de la importancia del joven don Bernabé Rivera, que era una esperanza de la patria, ¡ pues a los 30 años ostentaba en sus hombros las tres estrellas ganadas en el campo del honor ! - [Pedro] Bazán y tantos otros..."

"Esa mala inspiración del general [Fructuoso] Rivera, y el hecho de la Cueva del Tigre, me lo han referido los coroneles don Juan Carballo, [Juan Angel] Golfarini y otros, confirmándolo también Sepé, casi igual como Ud. lo refiere, con la única variante de que no era el robo y el pillaje lo que indujo a los Charrúas para aliarse al llevar la guerra al Brasil."

"Y me inclino a creer que así fuera, porque odiaban cordialmente a los brasileros [sic] mientras que el recuerdo de Artigas y su proclama los hacía gozar y oían con fruición ciertas frases de ella como éstas: "¡ Empuñemos la espada, corramos al combate ! Venguemos nuestra patria. Tiemble el déspota, de nuestra justa venganza. Su cetro tiránico será convertido en  polvo.!"  Después, cuando yo los conocí, al recordarles a [Fructuoso] Rivera y los brasileros [sic], una  saña feroz se pintaba en sus rostros; rechinaban sus dientes y de aquellas pupilas de renegridas cambiantes, parecía que salían chispas eléctricas, llegando alguna vez en su furor hasta apuñalearse el muslo o la pantorrilla."[*]

[*]NOTA: Esta frase entra en contradicción con lo expresado anteriormente por el propio Polanco:" No había un solo charrúa, que tuviera el rostro, ni  parte alguna de su cuerpo, con pintarrajos o cicatrices" Apuñalarse el muslo o la pantorrilla, es sin duda una consecuencia  de las ancestrales prácticas luctuosas de los charrúas. Que no tuvieran lo que Polanco denomina "pintarrajos", que entre charrúas solo practicaban las mujeres indicaría el abandono de esta práctica. La mujer charrúa, en la pubertad, pintaba sobre su rostro tres líneas azules; una desde el pelo hasta la base de la nariz y otras dos perpendiculares que le cruzaban las mejillas. La mujer minuán hacían lo mismo, pero con tres líneas verticales en la frente. Estas marcas las poseía Guyunusa, lo que hace preguntarse a Porzecansky: " ¿Acaso Guyunusa era descendiente de grupos minuanes que se unieron a los charrúas y sufrieron, por lo tanto, una primera aculturación por parte de estos últimos ?"

"En el último encuentro de Yacaré Cururey [sic], tanto esos jefes nombrados que se encontraron en él, oficiales subalternos, como Sepé, referían que no hubo emboscada. Al llevarles la carga el coronel  [Bernabé] Rivera, se pronunció la derrota de los indios, poniéndose en dispersión."

"De repente, el grito de guerra de Sepé hizo que rápidos como el rayo dieran media vuelta y la red de boleadoras aseguró a casi todos los que los perseguían de cerca; porque los demás, me decía el coronel Golfarini, íbamos quedando de a tres y cuatro para matar uno; porque donde caía su caballo herido o boleado, formaba círculo el Charrúa, que no le rompía nadie al alcance del molinete o el bote de su lanza; teníamos que matarlo a bala."

"Una vez nos hizo Sepé el simulacro de esa pelea, con la arrogancia y el orgullo de haber vencido en campo limpio, y en franco y leal combate."

"Ellos que creían que la veloz carrera de su caballo afrentaba al viento de la Pampa, que no sabían pestañar ante el plomo enemigo, que tendidos en el costillar de su bruto hacían correr su lanzada hasta el regatón, menos preciaban la traición y el embozo; y era su grito de guerra a la vez que el reto a muerte a su contrario, un alarde de valor, un juramento que decía como la guardia de Napoleón: "muere pero no se rinde."

"Negaba  también Sepé, el hecho de haberlo tomado vivo, y lancearlo después, atado a un árbol. El coronel Golfarini me decía: "eso nadie  puede saberlo, porque el que escapó de nosotros fue gaucho."

"Pero aunque todo eso fuera cierto, para los que eran perseguidos hasta en la última guarida de sus patrios lares, de su nativo suelo, caliente aún la sangre de sus padres, hijos y hermanos que cayeron en traidora celada y desigual combate, dándoles ejemplo de bravura en esa matanza en que sus rostros solo esfumaban saña y que tal vez en el estridente ay de su agonía y con su lenguaraz estilo les gritarían: "¡ Venganza !"

"¡ Qué habrían hecho otros que no tuvieran la sangre de leones de los Charrúas !"

"Sinceramente suyo."

MODESTO POLANCO


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